Che Charcas nace de una casa con siete hermanos, donde las noches eran sinónimo de estudio colectivo. La cocina se convertía en una sala improvisada de biblioteca, con apuntes esparcidos por todas partes, tazas de café interminables, y muchas horas sin dormir. 

Con el tiempo, lo que comenzó como una broma entre hermanos se hizo realidad. Nuestra casa en Che Charcas se convirtió en un lugar donde amigos y estudiantes se reunían para estudiar y compartir momentos. Hoy en día, la residencia sigue siendo un espacio donde el esfuerzo académico se combina con la calidez de una gran familia, manteniendo ese espíritu de apoyo y amistad que la vio nacer.